Puño de Letras
La "luna
de miel" no durará dos meses
Por: Iván
Colmenares
Hace algunos
años, cuando el recién estrenado presidente Oscar Berger era
candidato por el Partido de Avanzada Nacional, PAN, fue sometido
a un "análisis" sicológico (mediante un breve
cuestionario preparado por periodistas), por trece sicólogos.
Estos profesionales analizaron las declaraciones que hacía el
candidato y observaron su conducta en los actos públicos,
llegando a conclusiones interesantes. Entre las que recuerdo,
dijeron que Berger era un "cabezadura"; que era de
carácter débil y que cuando estaba sometido a fuertes
presiones adoptaba conductas lúdicas.
Yo conozco
personalmente a nuestro novísimo presidente, pues tuve ocasión
de entrevistarlo en diferentes oportunidades, tanto como alcalde
de la ciudad como en su calidad de candidato a la presidencia.
Como periodista, siempre tuve presente el resultado del
análisis somero que realizó de su personalidad aquel grupo de
sicólogos, tratando de confirmar o de deshechar las certezas
del diagnóstico apuntado.
Con base en
esos razonamientos, me atrevo a afirmar que Oscar Berger no es
un líder nacional que pueda aglutinar a los guatemaltecos y
satisfacer los intereses de los diferentes grupos de presión
del país. Una evidencia de ello es el resultado porcentual casi
equitativo frente a su más cercano contendiente político
durante las últimas elecciones generales.
Estoy
convencido de que el análisis al que nos referíamos al
principio es válido. El presidente es una buena persona, de
carácter afable, aparentemente comprensivo y bien intencionado,
al menos esa es la impresión que transmiten su hablar pausado y
sus ademanes de hombre educado, pero de estadista no tiene un
pelo. Cuando se le hace una pregunta desconcertante como
"¿Usted haría gestiones para que en un futuro la capital
de la República fuera trasladada a otro lugar"?, se
declara asustado e incapaz de ofrecer una respuesta aunque
fuera, obviamente, hipotética. Se aturde.
Conociendo la
idiosincrasia de la nación a la que pertenezco y basado en las
apreciaciones anteriores, me atrevo a afirmar que los primeros
conflictos políticos donde se podrá apreciar el temple del
gobernante se harán manifiestos alrededor de los acostumbrados
dos meses de "luna de miel" con las ilusiones de la
población. Los primeros en aprovecharse de la coyuntura serán
los militares, quienes han infiltrado a Otto Pérez Molina, el
general retirado, de la escuela de los genocidas, quien se hará
cargo de la coordinación de la "seguridad de la
ciudadanía". Luego están los azucareros, principales
financistas de su campaña, quienes no pudieron esperar a que
tomara posesión del cargo para empezar a recuperar su
inversión, incrementando el precio al azúcar. Desde luego,
presionarán duro para que su "hombre fuerte" impida
la distribución local de las 100 mil toneladas del edulcorante,
que su antecesor permitió importar para contrarrestar el abuso.
Aunque hay otros no menos agresivos mercaderes, como la
compañía española Unión Fenosa, concesionaria de,
prácticamente, todo el sistema de energía eléctrica del país
(generación, distribución y hasta importación de insumos) que
también ha dado ya su zarpazo. Esto, con la aparente confianza
de que Berger es lo mismo que Arzú, su principal benefactor,
como artífice político de la privatización del Instituto
Nacional de Electrificación, INDE, cuando gobernó el pais (su
gobierno privatizó hasta los tanques de reserva de combustibles
de la nación por 25 años a la transnacional Shell). Después
de todo tienen la misma escuela política: el PAN, del que son
fundadores. A todo eso se le debe sumar el narcotráfico, la
corrupción galopante, dentro y fuera del gobierno; la casi
segura oposición política sistemática en el Congreso, que
pondrá su granito de arena para que resbale; la violencia
común y la organizada, proveniente de las estructuras paralelas
del Estado; el desempleo, la alarmante carencia de servicios
básicos como el agua, la salud, la vivienda popular y la
educación.
Quise dejar de
último el que será el más importante de todos; tiene nombre
propio, se llama Pobreza. ¿Qué va a hacer el pobre señor
Berger cuando cerca de diez millones de guatemaltecos le digan
que tienen hambre y que ya no la aguantan más? ¿Cómo le va a
explicar a su grupúsculo de adláteres terratenientes,
propietarios absolutos del 95 por ciento de las tierras más
productivas del país, que hay varios millones de campesinos que
necesitan donde sembrar? ¿Le temblarán las piernas? ¿Se los
dirá en son de broma...?
¿Cuánto más
financiamiento y caridad externos requerirá su gobierno para
mantener el consumo de ese producto denominado
"democracia" que se nos está vendiendo, a precio tan
caro que ya están comprometidas dos generaciones más de
guatemaltecos para pagarla, pese a estar adulterada? ¿Hasta
donde podrán sostener los principales medios de comunicación
"nacional", propiedad del mexicano Angel González
(siempre oficialistas), la aborrecible cantaleta que viene de
hace tres gobiernos de que estamos viviendo una
"transición a la Democracia" y que debemos tener
paciencia?
Ojalá y mis
apreciaciones estén radicalmente equivocadas porque las
respuestas podrían estar escondidas en las palabras del ahora
ex presidente Alfonso Portillo, cuando se le hizo una pregunta
un tanto comprometedora para su gobierno: "Guatemala es un
país muy difícil de gobernar...; en cualquier momento puede
incendiarse..."
Suerte, señor Berger...
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